Custodiados por Dios, 22 ancianos viven en Senilia, ubicado en el barrio de Cuxtitali, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Senilia es un centro de asistencia para ancianos que inició sus actividades desde 1994.
Desde las 6 de la mañana los ancianos se despiertan para asearse, después hacen una oración para iniciar llenos de bendiciones y a las 8 están en el comedor para desayunar.
Quienes tienen a su cargo este centro son dos hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, María Daria Loyola Durán y Emerenciana Pérez Lugo, son las que se encargan de velar que los ancianos tenga lo indispensable para vivir cómodos y sin preocupaciones.
Mis niños, dice la hermana María Daria, tienen varias actividades durante el día. “Hay ancianos que aún tienen ganas de trabajar, a ellos se les permite barrer, así también están los que quieren estar entretenidos, a ellos se les da hojas blancas para que dibujen, o bien recorten y hagan sus propios libros de imágenes que más les gustan, entre otras actividades.”
Cuenta la hermana María Daría que los niños que están en el centro tienen a un doctor que los revisa una vez a la semana y dos enfermeras todos los días, ellas son las que llevan un control de los medicamentos de cada anciano, además les dan terapias musculares a aquellos que no caminan para evitar lesiones en la piel.
En el corredor que va hacia su habitaciones hay un pasa manos, para aquellos ancianos que pueden caminar, esa es una tarea diaria que deben hacer al menos 15 minutos.
Los familiares pueden visitar a su pariente una vez al mes obligatoriamente, pero hay quienes se olvidaron, o por el trabajo no pueden, pero al menos llaman para saber el estado de salud.
En esta ocasión, la visita del mes fue de Aneli Resendíz Soto y Paola Ruvalcaba Gómez del área de Economía Comunitaria, ellas fueron con el propósito de iniciar el proceso de acompañamiento para los ancianos. Este proceso consiste en llevar diferentes actividades a las que tienen en el centro habitualmente, es decir, cantar, bailar, leer cuentos, parábolas con mensajes positivos, de tal forma que los ancianos sientan amor y atención.
La presentación y lo que querían jugar o leer, fue lo que rompió el hielo entre los ancianos, Aneli y Paola. Después, Paola leyó un cuento llamado La vasija con rajaduras de Paulo Cohelo.
Al terminar de escucharlo cada anciano con sus propias palabras explicó la moraleja del cuento, y después se dispusieron a cantar, hubo quien dijo que no sabía cantar, pero Aneli les dijo que todos podíamos sólo que no todos lo intentaban.
Senilia tiene olor de casa con calidez y amor, al entrar el tiempo se detiene, porque más de un anciano está dispuesto a platicar la historia de su vida. Sin embargo, también huele a necesidades, porque carecen de recursos económicos para comprar alimentos, medicamentos y artículos para el aseo personal.
Este lugar está ubicado en la Prolongación Peje de oro, número 21 en el barrio de Cuxtitali, en San Cristóbal de Las Casas, acompáñanos en la próxima visita.
Desde las 6 de la mañana los ancianos se despiertan para asearse, después hacen una oración para iniciar llenos de bendiciones y a las 8 están en el comedor para desayunar.
Quienes tienen a su cargo este centro son dos hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción, María Daria Loyola Durán y Emerenciana Pérez Lugo, son las que se encargan de velar que los ancianos tenga lo indispensable para vivir cómodos y sin preocupaciones.
Mis niños, dice la hermana María Daria, tienen varias actividades durante el día. “Hay ancianos que aún tienen ganas de trabajar, a ellos se les permite barrer, así también están los que quieren estar entretenidos, a ellos se les da hojas blancas para que dibujen, o bien recorten y hagan sus propios libros de imágenes que más les gustan, entre otras actividades.”
Cuenta la hermana María Daría que los niños que están en el centro tienen a un doctor que los revisa una vez a la semana y dos enfermeras todos los días, ellas son las que llevan un control de los medicamentos de cada anciano, además les dan terapias musculares a aquellos que no caminan para evitar lesiones en la piel.
En el corredor que va hacia su habitaciones hay un pasa manos, para aquellos ancianos que pueden caminar, esa es una tarea diaria que deben hacer al menos 15 minutos.
Los familiares pueden visitar a su pariente una vez al mes obligatoriamente, pero hay quienes se olvidaron, o por el trabajo no pueden, pero al menos llaman para saber el estado de salud.
En esta ocasión, la visita del mes fue de Aneli Resendíz Soto y Paola Ruvalcaba Gómez del área de Economía Comunitaria, ellas fueron con el propósito de iniciar el proceso de acompañamiento para los ancianos. Este proceso consiste en llevar diferentes actividades a las que tienen en el centro habitualmente, es decir, cantar, bailar, leer cuentos, parábolas con mensajes positivos, de tal forma que los ancianos sientan amor y atención.
La presentación y lo que querían jugar o leer, fue lo que rompió el hielo entre los ancianos, Aneli y Paola. Después, Paola leyó un cuento llamado La vasija con rajaduras de Paulo Cohelo.
Al terminar de escucharlo cada anciano con sus propias palabras explicó la moraleja del cuento, y después se dispusieron a cantar, hubo quien dijo que no sabía cantar, pero Aneli les dijo que todos podíamos sólo que no todos lo intentaban.
Senilia tiene olor de casa con calidez y amor, al entrar el tiempo se detiene, porque más de un anciano está dispuesto a platicar la historia de su vida. Sin embargo, también huele a necesidades, porque carecen de recursos económicos para comprar alimentos, medicamentos y artículos para el aseo personal.
Este lugar está ubicado en la Prolongación Peje de oro, número 21 en el barrio de Cuxtitali, en San Cristóbal de Las Casas, acompáñanos en la próxima visita.
Texto y fotografía de Joyce Jiménez Cabrera