Entre el dos y el tres de diciembre de este año, con risas, cantos, charlas y oraciones se realizó la asamblea anual de beneficiarios del Centro de Desarrollo Comunitario, CDC, San José de la Fundación León XIII, en Chiapas.
Aproximadamente 350 personas de municipios como Altamirano, San Juan Chamula, Chenalhó, Chilón, El Bosque, Jitotol, Las Margaritas, San Andrés Larráinzar, San Cristóbal de Las Casas, Tapilula, San Fernando, Venustiano Carranza y Zinacantán estuvieron presentes para compartir sus experiencias y opiniones sobre el trabajo desarrollado por los programas de Desarrollo Agropecuario, Comercio Justo, Salud y Nutrición.
El dos de diciembre iniciaron los trabajos. En las primeras horas se establecieron las tres mesas de registro para anotar el nombre, la procedencia y el programa con el trabajaban los asistentes.
En cada mesa, además del registro, dos colaboradores dieron la bienvenida en español y tzotzil a cada persona. Al término del registro se les daba una tarjeta con una raya de color (naranja, morado, rosa, rojo, verde limón, amarillo, celeste, café, azul y gris) y su nombre para que fueran identificados e integraran equipos durante el día. A los niños se les dio una tarjeta en blanco para que participaran del recorrido de la Granja del Abuelo Juan.
Posteriormente, Javier Herrera Romero, subdirector del CDC, dio la bienvenida a los asistentes y pidió que durante los dos días nos esforzáramos para reflexionar sobre el trabajo que hacemos en conjunto, Fundación y grupos y/o comunidades, para lograr el desarrollo de la comunidad.
A las 9:30 de la mañana tuvo lugar el día de campo. Sentados en el pasto de los jardines del CDC, sin temor a llegar tarde a la milpa y con la compañía de los rayos del sol, los beneficiarios se agruparon según el color de la tarjeta que tenía su nombre, para recibir el desayuno. Café con pan tradicional, huevos con ejotes, frijoles y tortillas fue el menú del desayuno que degustaron niños, mujeres y hombres.
Al final del desayuno, todos cooperaron para levantar los platos, vasos y cubierto que se utilizaron.
Una hora después, inició un momento de reflexión. Alma del Mar Ramírez Acevedo, coordinadora del área de Comercio Justo, y Alfonso Liévano, dieron a conocer la forma en la que se realizarían los trabajos de la asamblea durante los dos días para alcanzar el objetivo de conocer los logros alcanzados durante el año. Además, informaron que todos los niños harían el recorrido de la Granja del Abuelo Juan para que jugaran, aprendieran y estuvieran entretenidos.
Los prestadores de servicio social Francisco Javier Hernández García, Yuleny Martínez Vázquez, Johnny González Morales y Elvira López Victoria, fueron los responsables del recorrido de la Granja del Abuelo Juan. A ellos los acompañó Javier de Jesús Méndez Ruíz, traductor y responsable del Módulo de Hongos del CDC San José.
Cada equipo tendría un representante de la Fundación y un traductor para que todos se entendieran. Entre los representantes estuvieron Candelaria Entzin López, Martha Pérez Pech, Pedro Erick Del Carpio Soto, Rossana Burguete Escobar, Jacinto Ruíz Méndez, Anely Reséndiz Soto, Jokebed Guillén, Juan Gómez, Marcelino Pérez Bolom, Angelina Morales Morales.
Ellos organizaron a los equipos para que respondieran tres preguntas: ¿qué han aprendido? (K’usi a cahnojik’?); ¿en qué los ha fortalecido el trabajo con Fundación? (Ta k’usi las tsatsuntaso xuk Fundación?); ¿qué falta?, (k’usi sk’anto?); ¿qué le hemos aportado a la Fundación?, (k’usi k’akoj betik’li Fundación?).
Al final de ejercicio de reflexión, todos los equipos se reunieron en el área verde del edificio B para dar a conocer las respuestas que obtuvieron. El ejercicio sirvió para que conocieran que sí hay avances en las distintas comunidades, pero que falta participación y apoyar los trabajos y programas de la Fundación.
Mientras tanto en la Granja del Abuelo Juan, los niños de las comunidades aprendían por medio de juegos lo importante que es cuidar el medio ambiente para mejorar su salud y la de sus familiares y amigos.
El MercaditoAl mediodía, inició un pequeño bazar o mercadito que permitió que las personas se reunieran por grupos y/o comunidades y vender productos perecederos que producen.
El Mercadito fue instalado en el área verde de la entrada del CDC San José. Entre los productos a la venta se encontraban tortillas de maíz hechas a mano; memelas de frijoles; pozol blanco (bebida tradicional hecha con maíz molido); hojuelas de maíz cubiertas de azúcar; tamales de bola con carne de cerdo adobada; tamales de setas; dulce de calabaza; dulce de chilacayote; pan tradicional; chayotes cocidos con sal; así como turrón.
Después del Mercadito, se levantaron las mesas y la gente se reunió en el área verde frente al edificio B para comer y compartir alimentos que trajeron desde su comunidad.
Estos alimentos, por la manera en que fueron presentados a la asamblea, en pequeños morrales, parecían tesoros deliciosos que todos los participantes tuvimos la oportunidad de degustar y compartir. En los morrales había tortillas hechas a mano, tostadas de frijoles, pan y hojuelas, que en menos de un trinar de pájaros tenían personas interesadas en comerlos.
Después de las tortillas y las tostadas desfilaron participantes de la asamblea con charolas de platos que incluían delicioso picadillo, sopa de arroz y frijoles, entre otros alimentos.
Al final de la comida, todos ayudaron a levantar los platos, vasos y cucharas que se utilizaron y se reunieron nuevamente por equipos.
Luego de la comida, los participantes se divirtieron al elaborar, por equipos, piñatas, con hojas de revistas y engrudo. Si bien no había expertos para hacer piñatas, el ingenio y la creatividad fue lo que más resaltó en esta actividad.
Dos horas después, había once piñatas de formas inimaginables y con múltiples colores.
Hacia las cinco de la tarde, entre risas, nervios y alegría, los colaboradores del CDC San José presentaron la pastorela “La Marimorena”. Esta pastorela, además de sembrar la semilla del ingenio, la creatividad y divertir, permitió que quienes viven en zonas de alta marginación reflexionen y comprendan las posibilidades que la Navidad ofrece para todos.
La pastorela permitió que los colaboradores y beneficiarios de la Fundación bromearan sobre sus actitudes y actividades. Las risas y los aplausos estimularon a que los actores en escena, improvisarán y le dieran un toque real y creativo al personaje que interpretaron.
La escena más aplaudida fue el enfrentamiento entre el Arcángel Gabriel y el Diablo, quienes se enfrentaron a la manera de la lucha libre mexicana, caracterizados como el Místico y la Parca, respectivamente.
El encuentro tuvo como referí al pastorcito Javier y las porras, los aplausos y gritos animaron a los participantes.
La Parca se lució sin temor alguno al ritmo de las porras de los diablitos, mientras que el Místico demostró que tenía apoyos en lugares importantes y que lucharía para ganar.
Niños, mujeres y hombre gritaban eufóricos para apoyar al Místico. Un instante después, el Místico estaba arriba de la Parca que, como siempre ocurre con Satanás y sus obras, son derrotados. Así, el Arcángel Gabriel corrió a los demonios que tenían la intención de sembrar la desesperanza, la desconfianza, el rencor y la pereza en la Tierra.
Al final de la pastorela, se hicieron presentes Melchor, Gaspar y Baltazar, los Reyes Magos, al ritmo de la canción de la Marimorena.
Al concluir la pastorela ingresaron todos los actores que participaron para agradecer la atención al público, y posteriormente se acercaron las personas que estuvieron tras bambalinas y que hicieron posible que las luces, el sonido, la escenografía y la dirección en escena estuvieran en tiempo y forma.
Alrededor de las ocho de la noche, el público caminó al área verde del edificio B para reunirse por equipos y cenar. Se ofreció caldo de pollo con verduras, lo que sirvió para espantar la noche fría. Mientras los niños se formaron para que recibieran de las manos de los reyes magos las bolsitas de caramelos que les habían preparado.
La noche fría y estrellada se acabó cuando los niños rompieron las piñatas que creativamente hicieron cubiertas de palomitas de maíz y rellenas de caramelos, frutas y galletas.
Día de esperanza
El día siguiente, día de esperanza, inició con una reflexión sobre el papel del CDC San José como un punto de encuentro para el diálogo de diferentes actores de la sociedad. Por ello, el día inició con una celebración eucarística que logró unir a todos los beneficiarios para que aclamaran que son hermanos y que juntos construiremos un mundo mejor.
El momento más emotivo, fue ver que las manos de los beneficiarios se estrecharan con calidez y cariño por el simple hecho de haber sido creados por el mismo Dios.
Al término de la misa, todos los asistentes se reunieron alrededor de la Cruz Atrial del CDC, para degustar de unas deliciosas enfrijoladas con queso y crema, café, ponche de frutas y pan tradicional que fueron ofrecidos como desayuno.
Hacia las diez de la mañana se ofreció una presentación de los programas y colaboradores de la Fundación León XIII.
Y es que los grupos y/o comunidades que acompaña Fundación León en Chiapas conocen e identifican a las personas que los visitan regularmente, sin embargo hay quienes esporádicamente los ven, porque su trabajo se desarrolla desde las oficinas.
Lo que más agradó a los asistentes fueron las fotografías y videos que protagonizaban los colaboradores y beneficiarios de la Fundación y que sirven para dar a conocer el trabajo que realizan.
A las once de la mañana se quebraron las piñatas que habían hecho el día anterior los adultos en cada uno de los equipos.
El pañuelo, el palo y el canto de dale, dale no pierdas el tino, se escucharon con alegría. Ver el rostro de los niños, mujeres y adultos que disfrutaban de los momentos de convivencia, es sin duda lo que más recordaremos los colaboradores del CDC San José.
Luego, alrededor del medio día, y por iniciativa de Gabriela Reyes Aguilar, joven de la comunidad de Cuauhtémoc, del municipio de San Fernando, se abrió un espacio para amenizar la jornada con canciones.
“Dedico está canción a los todos los colaboradores de Fundación León XIII porque gracias a su apoyo mi comunidad está progresando y se ha dado cuenta que hay muchas formas de salir adelante” dijo Gabriela antes de cantar.
Poco a poco, pidieron el micrófono otras personas y el ambiente de cordialidad, cariño y confianza se consolidó hasta ver a artesanas de diferentes comunidades bailando y aplaudiendo al ritmo de las canciones.
Los colaboradores del CDC, Josué De la Torre De la Torre, nutriólogo; Francisco Gutiérrez López, contador del CDC; Marcelino Pérez Bolom, responsable de producción orgánica en comunidades; Juan Gómez Vázquez, médico tradicional; amenizaron con aplausos, baile y chiflidos.
Triste despedida
Luego de la convivencia, llegó el momento de comer y despedirse. Los manteles eran largos porque el objetivo de la Asamblea se cumplió. Los colaboradores y los beneficiarios juntos y contentos, sin temores, convivieron y se conocieron.
El tan ansiado mole con pollo llegó a las manos de todos acompañado de tortillas y agua de fruta, con ello se acercaba el momento de la despedida, en el que cada uno regresaría su comunidad a compartir lo que vivió durante la asamblea.
Abrazos y besos, como muestra de agradecimiento fueron los regalos que cada beneficiario dejó en los corazones de los colaboradores.
Para culminar la reflexión, vale la pena considerar las palabras que Javier Herrera, subdirector del CDC San José pronunció:
“Fue una Asamblea que sirvió para que se encontraran personas indígenas, campesinas y de zonas sub-urbanas que favoreció la identidad personal y de grupo y que fortalecerá su trabajo.
“Hace falta un mayor sentido de corresponsabilidad sobre la construcción de su presente y de su futuro, y de ellos hacia la Fundación. Aunque los espacios de convivencia, de reflexión y de celebración fueron muy positivos, hace falta una actitud de mayor apertura, aceptación e inclusión entre grupos y comunidades indígenas y mestizas”.
A su vez, al ser entrevistada sobre el significado de la asamblea, Rossana Burguete, asistente del subdirector señaló: “Me gustó la colaboración de todos. Vi a la gente agradecida, y aunque sé que tienen muchas necesidades, los vi con muchas esperanzas por salir adelante y de la mano de Fundación”.
A su turno, Alfonso Liévano Narváez, coordinador del programa de Desarrollo Agropecuario, apuntó: “me pareció una actividad completa con grandes frutos, compromiso y presencia de las comunidades. Se enriqueció el espacio por los momentos de convivencia entre Fundación y los beneficiarios”.
Finalmente, Alma del Mar Ramírez Acevedo, coordinadora de Comercio Justo, expresó: “la asamblea fue algo muy lindo que me agradó y que me deja satisfecha por la participación de todos, que logró organizarse con poco tiempo y dinero; y que supero las expectativas de todos”.
Las luces se apagaron, el CDC se cerró y sólo quedaron los recuerdos de las risas, los gestos de alegría y de agradecimiento en la memoria de los colaboradores del CDC.
La Fundación León XIII, es una institución de asistencia privada fundada en 1994 que, desde el Centro de Desarrollo Comunitario San José, ubicado en San Cristóbal de Las Casas, desarrolla programas orientados a mejorar la calidad de vida de distintas comunidades del sureste de México.
Texto Joyce Jiménez Cabrera; y fotografía Alejandro Román y Joyce Jiménez
1 comentario:
Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.
- Daniel
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