Para las mujeres en la zona de los Altos de Chiapas el panorama de la crisis no empieza, sino continúa.
Por la carretera a San Andrés Larraínzar a pesar de la neblina y las constantes lluvias se puede observar a las mujeres con sandalias de plástico, sin medias ni calcetas, faldas de lana y blusas bordadas. Se les puede ver también, armadas de azadones, palas, picos, listas para labrar la tierra, para sembrar un par de semillas en espacios robados a las rocas, los peñascos, las pendientes.
Se les ve en la cosecha, en la venta a las orillas de la carretera, todo mientras cuidan a sus hijos, todo para completar los pesos necesarios para los frijoles, el arroz, las tortillas y el café. Se les puede ver también mientras cortan madera, para llevar a sus casas y encender la lumbre de los fogones y poder cocinar.
Las mujeres de Los Altos de Chiapas también bordan, tejen y cosen prendas de vestir. Lo hacen luego de caminar varios kilómetros para alcanzar el transporte que las trae a San Cristóbal y vender las prendas de ropa que, mientras hacen todas las otras actividades, elaboran. Algunas lo hacen mientras llevan en sus brazos al más joven de sus hijos, mientras trabajan. Incluso las hay que, después de todas las labores que realizan, deben llevar comida a sus esposos donde ellos trabajan.
Son mujeres de Los Altos que transmiten, en cada acto de sus vidas, la fortaleza, la paciencia y las ganas de trabajar, de crecer, de nutrir a sus familias y de superarse. Para ellas no hay fines de semana, sólo días de trabajar para conseguir dinero y mantener a su familia.
Son mujeres que llevan a cuestas la actual crisis económica, así como la crisis espiritual, la crisis de la violencia contra las niñas, las esposas, las madres, las ancianas. Es una crisis más antigua que les “pega” más por ser mujeres porque no les alcanzó ni el dinero, ni el tiempo para aprender a leer y escribir.
Son mujeres que llevan a cuestas la actual crisis económica, así como la crisis espiritual, la crisis de la violencia contra las niñas, las esposas, las madres, las ancianas. Es una crisis más antigua que les “pega” más por ser mujeres porque no les alcanzó ni el dinero, ni el tiempo para aprender a leer y escribir.
En el Centro de Desarrollo Comunitario San José de la Fundación León XIII en San Cristóbal de Las Casas se colabora desde 1997 con las mujeres de Los Altos, de Las Cañadas y de otras zonas de Chiapas. Se les ayuda a mejorar la calidad de sus siembras y cosechas, a cuidar sus pequeñas parcelas, a criar aves de corral y ganado menor, a bordar y a combinar colores. También se les enseña a ahorrar, a administrar el dinero que tienen, se les anima a que aprendan a vender y no ser víctimas del regateo y se les brindan servicios de salud.
También se les ofrecen talleres de autoestima, talleres para que aprendan a evitar y a denunciar la violencia en su contra. Se les tiende la mano, se les brinda atención, respeto y un espacio en el que puedan transmitir técnicas ancestrales de tejido, un espacio en el que puedan ser más mujeres.
En el Centro de Desarrollo Comunitario la tarea más importante es ayudar a las mujeres a que reconozcan en otras personas y en ellas mismas su dignidad como personas, y ayudarlas mujeres, sin importar si son indígenas o mestizas, de Los Altos, de Las Cañadas o de otras regiones del estado de Chiapas, a que labren por ellas mismas su destino.
A diferencia de las mujeres que crecimos y vivimos en zonas urbanas, las mujeres indígenas están lejos del maquillaje, la gabardina, los jeans y los zapatos de tacón, ellas están listas para el trabajo.
Texto y fotografías de
Joyce Ivett Jiménez Cabrera
Joyce Ivett Jiménez Cabrera
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