martes, 8 de marzo de 2011

“LA OPORTUNIDAD DE HACERNOS PRÓJIMO”

Frase que invita a la reflexión después de haber tenido oportunidad de visitar y conocer uno de los proyectos que León XIII tiene en Chiapas, y sin importar obstáculos o distancia, estos permanecen a través de años de haberse iniciado.

CRUCERO es el nombre del lugar, situado al oriente de San Cristóbal, más o menos a media hora de camino.

Esta comunidad, cuya característica es que la habitan 14 mujeres entre 15 y 80 años, la mayoría viudas, y los esposos de dos de ellas, han marchado a los Estados Unidos, y Chiapas no es la excepción, por tanto, podría convertirse también, en una de tantas en la República, habitada solamente por mujeres.

Con cierta timidez, pero con alegría, nos reciben, e inmediatamente nos invitan a pasar.

Las artesanías, ocupación ancestral que les ha ayudado a sostenerse por muchos años, siguen siendo su forma de vida, con el cultivo de algunas hortalizas y cría de borregos para ocupar la lana en las prendas que elaboran.

Es importante señalar, que las mujeres no necesitaron que nadie les enseñara lo que era natural en ellas, sin embargo ahora con el apoyo y ayuda de la Fundación, les ha permitido continuar en este maravilloso quehacer, dándoles también la oportunidad de posicionarse y comercializar sus prendas de la mejor forma.

Gustosas abren su pequeño taller en donde trabajan: una mesa grande, algunas sillas, repisas y material de costura. Ahí mismo improvisan la sala de juntas para esta reunión, y llaman a todas a asistir. Las mujeres mayores aunque están presentes, tienen poca participación, más bien escuchan.

Juanita, la líder del grupo, una mujer joven alegre y muy despierta, destaca por su actividad y dinamismo, es también la intérprete y el enlace entre su comunidad y el resto de visitantes. Ella refleja y expresa valores femeninos, y se traducen en la habilidad que tiene para manejar su liderazgo.

Se percibe un ambiente de confianza y camaradería, la timidez va quedando atrás y escuchan con atención, conversan, establecen o retoman las reglas, dialogan, llegan a acuerdos y se emocionan con el proyecto de aprender a cocer en máquinas industriales.

Mientras esto sucede, fuera del taller juegan varios niños, quienes de vez en cuando se asoman a buscar a sus mamás o simplemente a curiosear, vuelven a sus juegos, se mojan, acompañados de los perros y piden que se les tomen fotografías.

Llega el momento del convivio y sirven té limón con pan para todos, las mujeres ríen, y Juanita continúa en su trabajo intenso de intérprete entre muchos otros, y así termina esta visita a este grupo de mujeres maravillosas que seguramente su taller de costura, además de ser su espacio de trabajo, les sirva para conversar, reír, llorar e hilvanar sueños…y donde unidas y solidarias han encontrado un cauce para aspirar a mejores condiciones de vida.

Indudablemente la mujer, y con mayor razón la de comunidades indígenas, ha ido sorteando una serie de problemas y dificultades de todo tipo para irse abriendo espacios, y lograr lo que hasta el momento con tanto esfuerzo ha alcanzado.

Es importante también, el ver que reconocen y aceptan que necesitan ayuda, por lo que se rodean de personas capaces que les han brindado estímulo, enseñanza, capacitación, cooperación, la manera de una mejor organización, y desde luego, trabajo en equipo.

Todo esto me sugiere, un estilo femenino, en donde cada una de ellas aporta de una manera muy particular, rasgos de su personalidad y creatividad, dando lo mejor de sí mismas, y de esta forma le imprime un sello muy personal.

Pienso que el valorar la creatividad de estas mujeres y además propiciar el ambiente ideal para su realización personal, es una oportunidad que la vida nos brinda. Considero también un reto ayudarles a vivir de una manera más digna y plena.

El trabajo de ellas, no tiene solamente un valor en el producto en sí, o en el resultado, sino también en el crecimiento interior que dicha actividad le aportó y en donde imprimen vocación y talento.

Finalmente reconocer que en cada pieza elaborada por sus manos vamos descubriendo el amor, la fortaleza y arte de grandes mujeres que por tanto tiempo permanecieron en el anonimato, y hoy afortunadamente se van abriendo nuevos caminos en sus vidas.

María del Carmen Romero de Urbina

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias por compartirlo!
me gustó mucho :)